Clarín, Buenos Aires, Domingo, 11.septiembre.2005, pp. 52-53.

CULTURA : TODO SOBRE EL "BIO-ARTE", LA ESCANDALOSA PRIMERA VANGUARDIA DEL SIGLO XXI

Arte en los abismos de la genética

La eterna pregunta "¿qué es el arte?", tiene hoy respuestas tan variadas como un conejo alterado para ser fluorescente, cuadros vivos de microorganismos y esculturas mutantes. Clarín habló con los referentes de esta polémica tendencia.

Andrés Hax.
ahax@clarin.com

Un conejo cuya piel brilla en un verde flúo cada vez que es expuesta a la luz ultravioleta; fotos de los virus de Ebola o H.I.V celebradas por su belleza estética; un cactus al cual le crece pelo humano; la cabeza de una vaca que se pudre en una caja hermética; una planta cuyo ADN ha sido manipulado para que asuma formas imposibles de darse en la naturaleza; una escultura hecha con el cuerpo de una gaviota y la cabeza de un feto.

Tal podría ser el catálogo de un museo en un futuro no muy lejano. Se trata, en todos los casos, de obras que bordean escándalo y asombro en lo que se conoce como Bio-Arte: La primera vanguardia del siglo XXI.

La mayor parte de los bio-artistas rechazan las acusaciones y desafían el paradigma ético y artístico afirmando que este tipo de creación viene a suceder en un mundo donde la manipulación genética esta cambiando la agricultura, la medicina y la reproducción humana.

Así, el objetivo del Bio-Arte —también conocido como arte transgénico— es borrar la línea entre la biotecnología y el arte y en el proceso encender la alarma del avance de la ciencia sobre la forma humana. Aunque muchas de las obras resultan desconcertantes y bizzaras, los bioartistas simplemente se ven como el último eslabón en la relación arte-ciencia. Tal es el caso de Eduardo Kac — el brasileño que diseñó el polémico conejo transgénico— quien desde Chicago le dice a Clarín: "Una nueva comprensión de la perspectiva inspiró a los artistas del Renacimiento. La ciencia de la óptica, novedosa en su momento, fue una influencia central en la obra de los impresionistas. Hoy, las herramientas y técnicas de la biología molecular van a permitir a una nueva generación de artistas transformar, otra vez, el mundo de arte".


Para Kac, titular de una influyente cátedra en el Arts Institute de Chicago, "el mundo esta cambiando y los artistas tienen que hacer más que trabajar a través de metáforas. Tienen que tomar posesión de los mismos medios de los científicos, y crear obras que —más que comentar— puedan interferir en el proceso de cambio histórico y cultural"

Al presentar su FCG Bunny en el año 2000, Kac recibió fuertes críticas tanto de la comunidad científica como de los grupos dedicados a proteger a los derechos de animales. Para los científicos Kac utilizaba técnicas de rutina y por lo tanto no había razón para celebrarlo como un innovador. El brasileño contestó que una de sus intenciones era provocar un debate sobre la ética de la manipulación genética, que era tenue en la comunidad científica.

Kac—como la gran mayoría de los bio-artistas— alega que su intención no es escandalizar sino despertar un debate sobre el porvenir de la humanidad. "Se puede decir que mi trabajo tiene una base filosófica —dijo— Yo busco una reflexión sobre la condición humana, hoy y en el futuro. No es mi intención provocar en sí, sino provocar el pensamiento. Uso el proceso científico para abrir un nuevo debate en la sociedad".

¿Pero qué es exactamente el Bio-Arte? ¿Cuál es la frontera que lo separa de una ciencia lúdica e irresponsable? Todo, en ese punto, está en discusión.

Si lo de bio fuera por trabajar con animales podrían incluirse en la tendencia las obras del inglés Damien Hirst quien ya en los años 90 expuso el cadáver de un tiburón en un tanque de agua, o la cabeza de una vaca en un contenedor hermético (obras ahora valuadas en varios millones de dólares).

Más cerca, un mes atrás, el artista chino Xiao Yu protagonizó un escándalo en el museo de Bellas Artes de Berna con su escultura "Ruan". La obra, que formaba parte de una muestra de arte chino de vanguardia, consistía en la yuxtaposición del cuerpo de una gaviota con la cabeza de un feto humano. No lo resistieron: el museo terminó retirando la obra de la muestra.

En una entrevista con Associated Press, Yu dijo, "Es precisamente porque respeto toda las formas de vida que realicé esta obra. El feto y el pájaro murieron naturalmente, y yo consideré que unirlos era una forma de darles otra vida". Escalofriante, sí.

La línea dura del Bio-Arte, sin embargo, no incluiría este tipo de obra en el género. El especialista en arte y biotecnología Jens Hauser, curador del festival Ars Electronica de Austria, cree que solo se pueden incluir en la categoría todas aquellas obras que trabajan sobre procesos de cambio en seres vivos. El resto, sostiene, es poco más que circo.

Pero también existe una rama activista del Bio-Arte. Clarín hablo con Steve Kurtz, el fundador de un grupo llamado Critical Art Ensemble que monta performances para criticar aspectos de la biotecnología. Ahora mismo, en una isla escocesa, se proponen recrear los experimentos de guerra bacteriológica que los Estados Unidos llevaron a cabo en los años 50. "La intención es denunciar la enorme cantidad de recursos que está dedicando la administración Bush a esto".

Kurtz es el héroe militante del Bio-Arte. Su nombre está en el centro de una controversia que sintetiza muchos de los potenciales riesgos de trabajar con agentes bacteriológicos de alta complejidad. Es, en estos momentos, el primer artista procesado por las nuevas leyes anti-terroristas de EE.UU. Se lo acusa por haber trasnportando cultivos de bacteria sin permiso oficial. A la espera de la sentencia, Kurtz señaló: "Si yo hubiera sido como cualquier otro bioartista, haciendo fotos bonitas de microbios, nada hubiera pasado. Los problemas empiezan cuando te metés a criticar la política del sistema".


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