Clarín, Suplemento Cultura, Buenos Aires, Sábado 15 de junio de 2002.


La biología como gran obra
El célebre conejo flúo: las creaciones transgénicas y los implantes de chips impulsan un vasto debate

RAFAEL CIPPOLINI.

Dos tendencias nacidas en los últimos años, el arte transgénico y las experiencias biotelemáticas, han alterado de modo irreversible las relaciones epistemológicas entre arte y política. En este sentido, la creación se acopla al paso de lo "concretable" para la ciencia. En esa dirección es central el trabajo del brasileño Eduardo Kac (Brasil, 1963). El se propone llevar hasta sus últimas consecuencias la consigna de Rimbaud: transformar la vida. Y lo hace mediante un programa que modifica y pluraliza los sentidos que convoca el arte, partir de su cruce con la biología. El brasileño define sus experiencias transgénicas como arte de una nueva dimensión, que emplea la ingeniería genética para crear seres vivos únicos y provoca reflexiones éticas. ¿Los artistas serán los futuros protagonistas de la ciencia?

En febrero de 2000 la invención de Kac fue recogida por la prensa del mundo entero. Con ayuda de científicos franceses, modificó algunos rasgos genéticos de una coneja albina, bautizada Alba (ver foto), mediante la aplicación de un gen fluorescente de la medusa Aequorea Victoria, para que de este modo adquiera una coloración verde. Las discusiones que de inmediato generó este proyecto tuvieron por objeto la evolución, la biodiversidad, el hibridismo, la heterogeneidad racial, la comunicación e integración entre especies modificadas.

En diálogo con Cultura por correo electrónico, Kac nos respondió: "Es tiempo de ver que ciertos animales no humanos tienen todas las características que siempre pensamos como exclusivamente humanas. Es tiempo de ver que el genoma humano no es especial ni único y que forma parte de lo que llamo un ''continuo genético''. Y también de apren der que todos los humanos tenemos genes que vienen de los virus, que hacen de nosotros seres transgénicos. ¿Qué es lo humano hoy, en el sentido filosófico?".

Actualmente Kac, que vive en Chicago y es profesor del Instituto de Artes de la Universidad local, expone allí la muestra titulada Free Alba, que amplifica el debate desatado por su conejo transgénico fuera y dentro del mundo del arte.

Su arte biotelemático implica procesos biológicos asociados a sistemas de telecomunicación basados en la computadora. En su programa Time Capsule, presentado en San Pablo (1997), Kac implantó en su propio cuerpo un microchip veterinario, de los que habitualmente se venden para mascotas: fue el primer antecedente de un implante de microchip. Según Kac dijo a Cultura, "no estaba interesado en el cyborg ni en nada pragmático; mi trabajo pretendía integrar un gesto dramático, visto en vivo por televisión e Internet, con las implicaciones simbólicas de ''la memoria'' en la Era Digital. Ahora el artista crea una arena en la cual la sociedad puede experimentar nuevas y dramáticas situaciones, antes de que éstas se integren a un tejido cultural más amplio".

La utopía de la fusión con las máquinas recorre todo el siglo XX. Basta con ver Metrópolis, de Fritz Lang. La gran diferencia es que ahora ese programa es posible. En nuestro país, ya en 1957, en un artículo para la revista Lyra titulado "Propuestas para más vida futura; algo semitécnico sobre mejoras anatómicas y entes nuevos", Xul Solar pronosticó el advenimiento del hombre tecnobiológico, es decir, la experiencia estético-científica que, mediante el injerto y la cirugía, redundaría en la expansión de órganos normales (como el Homo Novus del astrólogo Schultze —ese Xul ficcionalizado por Marechal en su Adán Buenosayres—). Pero la mirada sociológica que en esa época dominaba la teoría del arte (la misma que, aggiornada por los cultural-studies, es dominante hoy), no supo advertir esa visión como gesto político.


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