Originally published in Clarín, Buenos Aires, Martes 10 de octubre de 2000 <http://www.clarin.com/diario/2000-10-10/s-04801.htm>.



UN ANIMAL TRANSGENICO CREADO POR UN ARTISTA
Pelea por un conejo fluorescente



Nació en febrero · La idea fue de un artista brasileño y la concretó un instituto francés de
genetistas, que ahora no lo quiere entregar · Asegura que es un animal de laboratorio y no
para vivir en una casa

VALERIA ROMAN


La onda flúo llegó a los conejos. En Francia ya hay un ejemplar
hembra de cuerpo peludo y blanco que, por momentos, se torna verde
fosforescente. Mientras que la coneja vive dentro de un laboratorio científico,
sus creadores —científicos franceses y un artista plástico brasileño, Eduardo
Kac, conocido por sus obras que define como "arte transgénico"— se disputan
su tenencia.

La coneja nació en febrero y la llamaron Alba. Bajo la luz normal es blanca.
Bajo una luz azul, se ve fosforescente. Este look se logró después de
habérsele insertado un gen de una medusa, cuando era sólo un embrión.
Ahora el artista reclama el animal para llevárselo junto a su familia. Pero los
científicos se lo niegan.

Para Kac, quien es también escritor y profesor asistente del Instituto de Arte
de Chicago en los Estados Unidos, la conejita "destaca el hecho de que los
animales transgénicos son criaturas comunes y que pueden formar parte de
la vida social como cualquier otra forma de vida". Por eso, él quiere que Alba
habite en su casa.

Como si fueran padres sobreprotectores, los expertos del Instituto Nacional
de Investigación Agronómica de Francia se oponen. Dicen que el artista quiere
poner a la coneja en una jaula, pero que eso no es posible. "Un animal de
este tipo es un animal de laboratorio —dijo una vocera del instituto—. No se
puede llevarla a pasear por ahí." Hasta relativizó el hecho de que Alba fuese
verde. "Sólo bajo ciertas condiciones luce un matiz verde".

¿Y qué tipo de animal es? Un organismo transgénico que lleva genes de otra
especie aplicados por medio de la ingeniería genética. En este caso, los
genes incorporados a la conejita pertenecían a un ejemplar de la medusa
Aequorea Victoria, que vive en la zona noroeste del oceáno Pacífico y que
emite una brillante luz verde cuando es expuesta a los rayos ultravioletas o a
una luz azul.

La idea de crear la extraña coneja fue de Kac, que tiene 38 años y se mueve
generando sorpresas ante los demás. En 1997 se implantó en un tobillo un
chip de memoria con un número grabado que formó parte de una instalación
mayor con implicaciones filosóficas y conceptuales realizada en San Pablo. Es
que dice que, con sus obras, busca un diálogo entre "el ser tecnológico y el
ser vivo". Y, precisamente, los animales transgénicos superan esa división.
Son una mezcla, sostiene.

Dos años atrás, Kac pensó en producir un conejo transgénico. Pero no le fue
fácil encontrar un experto que lo ayudase a concretar su objetivo. Mandó
mensajes por correo electrónico a varios investigadores en el tema de
distintas partes del mundo. Hasta que Louis-Marie Houdebine, del instituto
francés, le contestó y aceptó delinearle un modelo exclusivo de conejo.
Acordó también que el animal no se usaría como modelo de experimentación
sino que se lo daría para criarlo en su casa.

Al final, en febrero la coneja vio la luz. "Nunca olvidaré el momento cuando
por primera vez la sostuve en mis brazos —cuenta Kac en su página en
Internet en www.ekac.org. Ella despertó inmediatamente en mí un sentido
fuerte y urgente de responsabilidad por su bienestar."

"Pero los superiores de (la científica) Houdebine parecen no entender —le
comentó Kac al diario Folha de S. Paulo. "La admiro y mantengo contacto con
ella, pero una jefa no permitió la salida del animal, que permanece en
Jouy-en-Josas, donde se encuentra el laboratorio."

Mientras que activistas por los derechos animales así como grupos religiosos
han exclamado que no es ético que los científicos o los artistas inserten
genes de una especie en otra, Eduardo Kac les contesta que sólo ha dado un
paso más en la manipulación genética ampliamente aceptada. Durante siglos
—advierte— el hombre ha criado animales, como por ejemplo los perros,
buscando ciertas características estéticas. Los monjes en el siglo VI criaron
conejos para crear ciertos colores y cualidades de su pelo. Y también recalcó
que el procedimiento para producir a Alba fue completamente seguro.

Los científicos franceses empezaron a manifestar su negativa a la salida de
Alba del laboratorio cuando en junio Kac quería presentarla en un centro
cultural de Aviñón. Ya había dispuesto que la coneja estaría en una habitación
ambientada como un living, que incluía un diván. Allí, durante una semana, el
artista viviría con ella, como un modo de connotar que la biotecnología ya
entró en el espacio privado, en la vida cotidiana. Pero hasta el momento, la
salida de la conejita de ojos rosados no fue autorizada.

Kac estima: "Muchos biólogos moleculares hacen su trabajo en privado y
preten den decir que no tiene un impacto social, aunque las tecnologías que
desarrollan —como la ingeniería genética— eventualmente entrarán en la
sociedad". El quería llevarse a Alba a Chicago, exponerla ante un panel que
despertaría discusión y después irse con ella a su casa. Por el momento,
quiere mantener el diálogo y no recurrirá a la Justicia. Pero resalta que en su
casa Alba viviría mucho mejor.


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